Que nadie se lleve las manos a la cabeza. No tenemos ninguna intención de poner patas arriba pilares sagrados del imperio Google. Al contrario. Pero sí aclarar algunos términos y aspectos que, mal entendidos o mal explicados, conducen a error y terminan por anular el principal objetivo de la comunicación.
Porque si nos dejamos llevar por lo escrito y dicho en este inabarcable catálogo de publicaciones digitales, la comunicación parece hoy un concepto nuevo, reinventado para los menos pretenciosos, que poco tiene que ver con el que ha ido evolucionando desde las antiguas civilizaciones hasta hoy. Y, evidentemente, no es así.
La realidad de la comunicación viene de lejos. Lleva siglos recorriendo camino, y nunca ha renunciado a su valor principal. “Hacer partícipe de lo que uno tiene”. Tal como reza el significado del término en latín del que procede, communicare. Compartir un mensaje con el propósito de ser entendido y aceptado.
Han cambiado los medios y las maneras de comunicarse. Como cambiaron con la aparición de la imprenta, la radio o la televisión. Google, las redes sociales y este universo digital en el que nos encontramos son un eslabón más de una larga y vieja cadena. Pero el fundamento de la comunicación sigue siendo el mismo. Debe seguir siendo el mismo.
La comunicación es el chispazo que produce la conexión entre quien lanza un mensaje y lo difunde, y el entendimiento y la aceptación de quien lo recibe. Y esa conexión sigue obrándose gracias a la carga de interés, de oportunidad, de pasión, de seducción y persuasión que sea capaz de incorporar el promotor del mensaje.
Las reglas de Google no son guías de comunicación, como parecen dar a entender algunos. Son otra cosa y están pensadas para objetivos bien distintos. Por supuesto que hay que tenerlas en cuenta. No queda más remedio. Como cuando aprendimos a comunicar con un micrófono delante o frente a una cámara de televisión. Importantes sí, pero no hasta el punto de sacrificar y arruinar el fin último de la comunicación.
Estar al tanto de los algoritmos de Google o la aplicación disciplinada de las reglas SEO se premia con los primeros puestos en los codiciados buscadores. Pero no siempre garantiza que el mensaje difundido es entendido y compartido por el público pretendido. Mucha aceptación de Google y poca o ninguna del público al que nos dirigimos. ¿Es esta una estrategia de comunicación acertada? En roiKom defendemos que no.
La comunicación está más cerca cuando el lenguaje utilizado es claro, sencillo, directo, y fácil de entender. Cuando tiene alma, cuando transmite sensaciones, cuando se zafa de corsés artificiales y es capaz de enganchar la atención de quien lee, ve o escucha.
El lenguaje rígido y disciplinar que imponen los buscadores sirve a objetivos bien distintos. Nuestro objetivo sigue siendo la comunicación. Con respeto a Google, por supuesto.